En 2006, la vida de Yadira González cambió para siempre: su hermano Juan González desapareció cuando regresaba a casa tras atender a unos supuestos compradores en su lote de autos. Nunca volvió.

Desde entonces, Yadira se convirtió en buscadora a tiempo completo, integrante del colectivo Desaparecidos Querétaro, dedicado a encontrar a los más de 130,000 desaparecidos en México.

“Ellos no desaparecen por arte de magia, a ellos los desaparecen”, dice Yadira, quien lleva 20 años sin saber qué pasó con su hermano.


💔 El impacto en la familia

Antes de la desaparición, los domingos eran fiestas familiares llenas de amigos y vecinos. Todo eso se acabó.

“Es como una bomba atómica que incluso 20 años después sigue destruyendo”, asegura Yadira.

Sus sobrinos crecieron sin padre y su propio hijo le confesó: “perdí a mi mamá, porque mi mamá ahora está dedicada a buscar a mi tío”.


🛠️ Cómo nació el movimiento de buscadores

En 2006 no había redes sociales, leyes ni protocolos sobre desapariciones.

Las familias entendieron que solas no avanzarían, así que comenzaron a organizarse, primero con búsquedas en el campo y luego presionando para lograr un marco jurídico.

“La búsqueda de una persona desaparecida siempre nace de la rebelión contra la inoperancia del Estado”, explica Yadira.


🔎 El aprendizaje de buscar

Con los años, Yadira se ha profesionalizado: toma talleres, cursos y aprende en campo. Pero admite que ningún protocolo contempla lo que viven las familias.

“Un antropólogo puede medir el terreno, pero el protocolo no dice qué hacer si el crimen organizado está encima o si se acaba la luz del día”.

Hoy, los buscadores analizan hasta la vegetación para detectar fosas clandestinas: si la tierra está seca, si hay piedras movidas, o si el crecimiento de plantas revela un entierro.


⚠️ La crueldad de las desapariciones

El crimen organizado constantemente inventa nuevas formas de desaparecer personas:

  • Cocinas donde queman cuerpos en tambos.
  • Enterramientos en túneles o bajo cemento.
  • Dar restos a animales como cocodrilos o leones.
  • Ocultarlos en paredes, pisos o losas.

“Conforme vamos descubriendo sus métodos, ellos inventan otros. Siempre estamos un paso atrás”, advierte Yadira.


🕊️ La emoción de encontrar

Cuando localizan restos humanos, la primera reacción es alegría: “sientes que todo valió la pena”. Pero después llega la tristeza: otra familia perdió a alguien.

Para Yadira, encontrar a un desaparecido es reconstruir el tejido social, es un acto de rebeldía contra la violencia.

“El mejor golpe que podemos dar al Estado y al crimen es ser felices, reconstruirnos por los que ya no están”.


⚖️ Justicia y verdad

Yadira recuerda que las desapariciones no solo vienen del crimen organizado: también hay participación del Estado, policías y funcionarios coludidos con el narcotráfico.

Hoy, asegura, la desaparición ocurre porque “en México se puede desaparecer a alguien sin pagar consecuencias”.


🌹 La búsqueda de Juan

Aunque ha ayudado a localizar a muchas personas, Yadira nunca ha encontrado a su hermano.

“No tengo nada, solo la esperanza de que alguna compañera abra una fosa y haya coincidencia con Juan”, dice.

Pero no se rinde: lo sigue buscando vivo, en cárceles, en fosas, en registros forenses.