La economía mexicana enfrenta un dilema: aunque el gasto público y los salarios mínimos han subido a niveles récord, el crecimiento económico se ha detenido casi por completo. En solo cinco meses, el Banco de México ajustó su pronóstico para 2025 de 1.2% a apenas 0.1%. FMI y Banco Mundial también bajaron sus expectativas, mientras el gobierno sigue optimista con una proyección entre 1.5% y 2.3%.
La incertidumbre global, tensiones comerciales y el riesgo de recesión en Estados Unidos amenazan con afectar aún más al país. En 2024 y lo que va de 2025, el crecimiento fue casi nulo, con pérdida de empleos formales y caída en sectores clave.
Aunque el salario mínimo alcanzó 6,245 pesos mensuales, solo cubre el 40% de las necesidades alimentarias de una familia de cuatro. Además, 25% de los trabajadores gana menos que el salario mínimo y más de la mitad laboran en la informalidad sin prestaciones ni seguridad social.
El gasto público supera los seis billones de pesos, pero la inversión física —que impulsa la infraestructura y la productividad— es 20% menor que en la administración pasada. Esto limita el desarrollo económico a pesar de un ligero aumento en programas sociales y la salida de millones de la pobreza.
Así, México camina en una paradoja: más dinero para salarios y programas, pero con una economía que no termina de despegar y un mercado laboral vulnerable.