Para saciar la demanda de cocaína en Estados Unidos y México, narcotraficantes colombianos y mexicanos tejieron una red de rutas marítimas que han facilitado el tráfico de cientos de toneladas de esa droga en menos de 20 días a nuestro país.
Para el transporte, los narcotraficantes se mueven en tres grandes rutas, la primera: inicia en las costas del Caribe colombiano con destino a Quintana Roo; esta es operada por el Clan del Golfo, un grupo paramilitar integrado por ex miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se aliaron con el Cártel del Golfo.
Las otras dos se ubican en la costas del Pacífico colombiano, en los puertos de Buenaventura y Tumaco y son controladas por La Segunda Marquetalia, así como por el Comando Coordinador de Occidente, ambas integradas por ex miembros de las guerrillas de las FARC; aunque también opera la Subestructura Pacífico, al mando de Clan del Golfo, y el cártel Local Buenaventura; todos socios de los Cárteles Jalisco y Sinaloa.