Israel Vallarta quedó libre. La jueza Mariana Vieyra Valdés aplicó los mismos criterios que en su momento usó la Suprema Corte de Justicia para liberar a Florence Cassez, y declaró inválidas las pruebas que lo mantenían preso.
En una sentencia de 465 páginas, Vieyra Valdés sostuvo que las evidencias presentadas por la Policía Federal y el Ministerio Público “carecen de validez por haber sido obtenidas bajo tortura”.
La jueza señaló que la famosa detención televisada de Vallarta y Cassez en 2005 —presentada como un “operativo en vivo”— fue en realidad una “escenificación ajena a la realidad”, lo que corrompió todo el proceso judicial.
Sobre los testimonios de las seis víctimas, la jueza concluyó que no pueden ser tomados como prueba confiable, ya que sus declaraciones cambiaron con el tiempo y pudieron haber sido influenciadas por el montaje mediático y las propias autoridades.
“Con estas pruebas no es posible establecer la culpabilidad del acusado”, sentenció Vieyra Valdés, quien también hizo referencia a la figura de “cosa juzgada refleja”: es decir, el caso Vallarta y el de Cassez comparten el mismo origen y pruebas, por lo que la resolución de la Corte en 2011 sobre ella impacta directamente en él.
Con esto, Israel Vallarta recupera su libertad tras casi dos décadas de uno de los casos de secuestro más mediáticos y polémicos del país.