Los recortes presupuestarios aplicados a la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en los últimos seis años han desatado una crisis incendiaria en Oaxaca, específicamente en la selva de Los Chimalapas. Autoridades comunales y representantes de organizaciones ambientales denuncian que la falta de fondos ha impedido la realización de trabajos preventivos cruciales, dejando a las comunidades vulnerables ante los devastadores incendios.
Antes de los recortes, se destinaban recursos para ejecutar acciones como la creación de brechas cortafuegos, la rehabilitación de caminos, la apertura de brechas para vehículos y la construcción de helipistas. Sin embargo, desde 2019, estas labores se han paralizado debido a la escasez de fondos, según testimonios de líderes comunitarios como Vicente Contreras Pérez y Plácido Jiménez.
La reducción presupuestaria ha afectado gravemente la capacidad de la Conafor para adquirir herramientas y equipos necesarios para combatir los incendios, incluyendo picos, palas, carretillas, botas y motosierras. Además, la falta de fondos ha llevado a la interrupción de la adquisición de vehículos y suministros de combustible, lo que dificulta aún más las labores de extinción.
La situación se agrava por las condiciones de sequía persistentes en el país, lo que aumenta el riesgo y la intensidad de los incendios forestales. A nivel nacional, se han registrado mil 699 incendios forestales en 26 entidades federativas, consumiendo una superficie preliminar de 68 mil 539 hectáreas.
Ante esta crisis, las autoridades comunales y las organizaciones ambientales exigen una reasignación de recursos y una acción urgente por parte del gobierno. Solicitan la incorporación de soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional en las labores de combate a los incendios y la elaboración de un plan integral de prevención y combate de incendios forestales para los próximos años.
La falta de acción frente a esta emergencia pone en riesgo no solo los ecosistemas forestales de Oaxaca, sino también la vida y los medios de subsistencia de las comunidades locales. Los llamados a la acción se intensifican mientras el fuego sigue devorando los bosques con consecuencias desastrosas para el medio ambiente y la población.