San Marcos, Guerrero — Una profunda tristeza embarga al municipio de San Marcos, en la región Costa Chica de Guerrero, tras la muerte de un bebé de apenas un año y tres meses arrastrado por la corriente de un río crecido a causa del paso del huracán Erick.
El menor, identificado como Ismael, es la primera víctima mortal confirmada del fenómeno hidrometeorológico que azota el sur de México. El fatal accidente ocurrió cuando su madre, Rosa, una adolescente de 16 años residente de la colonia Quinta Sección, intentó cruzar un cauce inundado en la cabecera municipal.
Según relatos de vecinos y autoridades locales, Rosa intentó atravesar el río en medio de las intensas lluvias generadas por el huracán. Su domicilio se encuentra al otro lado del cauce, en una zona de difícil acceso y sin infraestructura segura como puentes peatonales o señalización de advertencia, lo que dificultó la travesía.
Aunque la joven logró sobrevivir, el pequeño Ismael fue localizado sin vida río abajo después de una búsqueda realizada por habitantes y elementos de Protección Civil municipal. La tragedia ha generado conmoción en la colonia y ha puesto de manifiesto la falta de infraestructura y medidas preventivas en la región.
Este lamentable hecho evidencia la vulnerabilidad estructural que enfrentan muchas comunidades rurales y semiurbanas en Guerrero. Familias como la de Rosa deben atravesar cauces sin medios seguros durante la temporada de lluvias, situación que refleja problemas más profundos como la pobreza, la omisión gubernamental en la gestión de riesgos y la ausencia de políticas públicas enfocadas en la protección de los sectores más vulnerables.
El huracán Erick ha dejado lluvias intensas, vientos fuertes y crecidas repentinas en varios municipios guerrerenses. San Marcos fue uno de los más afectados en las primeras horas del fenómeno, pero la falta de alertas oportunas y medidas preventivas expuso a la población a riesgos altos.
Organismos de Protección Civil estatales y federales han sido llamados a reforzar la atención en la región, aunque hasta ahora las acciones han sido mayormente reactivas. La muerte de Ismael subraya la urgencia de replantear los esquemas de prevención, respuesta y atención ante desastres naturales, especialmente en zonas marginadas.
Vecinos, líderes comunitarios y organizaciones sociales exigen justicia y acciones concretas para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir. La pérdida del pequeño Ismael no debe quedar en una cifra más, sino ser un llamado para fortalecer la protección civil y garantizar la seguridad de quienes viven en las zonas más vulnerables del país.