1).- El trillado camino del diálogo

Desde hace meses, ya nada se escucha de los fallidos acuerdos de paz entre los triquis. Respecto a las mesas de diálogo y los buenos oficios promovidos por el gobierno de Salomón Jara, en la Secretaría de Gobierno (SEGO), parecen haber arriado banderas. Atribulado por una entidad permanentente convulsionada, su titular, Jesús Romero López, ya no ve lo duro sino lo tupido. Dice la conseja popular que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”. Mesas y mesas. Y todo sigue igual. El diálogo como práctica de buen gobierno es un instrumento eficaz para la gobernabilidad y la paz social, pero, sin la cobertura de la ley, es un fracaso. ¿De la decena de muertos en 2023 en la zona triqui, hay algún detenido? No. Lo agarran como deporte. Impunes. Confiados en la sobada consigna de “nosotros, los pobres indígenas”, se ceban sobre sus hermanos de raza. Si no se tipifican como homicidios y se castigan, estamos perdidos.

2).- Líos y más líos agrarios

Desde fines de abril a la fecha, los conatos de enfrentamiento por líos agrarios, han crecido de manera exponencial. San Juan Bautista Tlacoatzintepec y San Andrés Teotilalpan, velaron armas. Retuvieron a elementos de la Guardia Nacional y funcionarios de la SEGO. En la conferencia de prensa, luego de concluir la mesa de seguridad del 26 de abril, Romero López mencionó algunos de los conflictos que están latentes. Los hay que son focos rojos: los que libra Santiago Amoltepec con San Mateo Yucutindoo y Santa Cruz Zenzontepec; el conflicto entre Santo Domingo Teojomulco y San Pedro El Alto o el de San Juan Ñumi y San Juan Mixtepec, entre otros. Pero hay muchos más, con grave tensión.

3).- Y la sangre imparable

Al menos tres personas fallecidas, tres heridas y diez viviendas afectadas por incendios provocados fue el saldo de un enfrentamiento entre la comunidad de Llano Guadalupe y San Miguel El Grande, Tlaxiaco, debido a un problema de límites territoriales, a principios de mayo. El 13 del mismo estalló el conflicto entre Santo Domingo Petapa y San Juan Mazatlán, Mixe, por la disputa de más de 26 mil hectáreas. El diferendo lleva más de medio siglo. Un vecino de la última comunidad murió. Hubo, además, 3 heridos y 8 retenidos. Todo ello, no obstante, las minutas firmadas en diciembre de 2022 y el llamado de Jara Cruz, el 31 de enero de 2023. Las hostilidades han estado el resto del año. Cuando las autoridades acudieron a evitar más enfrentamientos, fueron retenidas.

4).- Ficticios acuerdos de paz

Luego de un conato de violencia, en la Sierra Sur, el 12 de mayo, en donde fue herido un policía municipal, autoridades municipales y agrarias de Santa Cruz Zenzontepec, Santiago Ixtayutla y las comunidades de Corral de Piedra y San Lucas Atoyaquillo, firmaron un acuerdo de convivencia y respeto mutuo para garantizar la paz y tranquilidad. En la misma zona, otras tres comunidades siguen velando armas: Santiago Textitlán, Santiago Xochiltepec y Santo Domingo Teojomulco. Las dos primeras se acusan entre sí de haber provocado un incendio forestal el 7 de mayo y con la última hay viejas rencillas agrarias, que el 31 de mayo de 2002 dejó 26 muertos en el paraje “Agua Fría”. Pese a la reiterada denuncia y llamado de auxilio de Xochiltepec, en la SEGO han fingido demencia. La DDHPO, ya envió una alerta temprana.

De colofón:

Respecto a los conflictos agrarios, más allá de laudos y enfrentamientos, la historia contemporánea muestra que no bastan los ficticios acuerdos de paz, tomarse la foto y todos felices y sonrientes con funcionarios al frente. Es urgente y necesario emplazar a autoridades municipales y comunales a mantener la paz o aplicar la ley. Los crímenes deben ser castigados conforme a derecho y no maquillarlos con mesas de diálogo y ficticios acuerdos de paz.