La pintoresca ciudad de Oaxaca, conocida por su rica cultura y herencia histórica, se encuentra ahora en medio de una encrucijada, enfrentando una preocupante combinación de gentrificación y la creciente influencia del crimen organizado.

Mientras el centro histórico se transforma con la llegada de negocios de cadena y boutiques de lujo, las calles adyacentes están siendo invadidas por el comercio ambulante, ahora bajo el control del crimen organizado. Esta presencia delictiva ha llevado a un aumento en las acciones de halconeo, extorsiones y cobro de derechos de piso.

En medio de este panorama sombrío, los restaurantes en las plazuelas se ven asediados por menores de edad, quienes son obligados a trabajar vendiendo baratijas o pidiendo limosnas a los turistas, sin que las autoridades intervengan para detener esta explotación.

El Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Iván García Álvarez, ha confirmado la presencia de grupos delictivos reclutando jóvenes para actividades delictivas, pagándoles entre 200 y 500 pesos diarios por acciones de halconeo y otras tareas criminales.

Ante esta creciente amenaza, las fuerzas de seguridad estatal y municipal han desplegado operativos móviles con la Guardia Nacional y la Marina para contrarrestar la actividad delictiva en las calles. Sin embargo, el alcalde de la Ciudad de Oaxaca, Francisco Martínez Nery, ha destacado la necesidad de un refuerzo adicional de patrullajes para enfrentar esta creciente amenaza contra la seguridad de los habitantes.

En un contexto donde la gentrificación y el crimen organizado convergen, la ciudad de Oaxaca enfrenta un desafío crucial para preservar su identidad cultural y garantizar la seguridad y el bienestar de sus residentes.