Ciudad de México. – En México, la infancia no es una sola, sino muchas, y para miles de niñas y niños las oportunidades están determinadas por su contexto social, económico y geográfico. Mientras algunos crecen rodeados de afecto, educación y bienestar, otros enfrentan desde temprana edad condiciones de pobreza, violencia, abandono y falta de acceso a derechos básicos.

Especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), como la doctora Martha Araceli Zanabria Salcedo y la doctora María Elena Sánchez Azuara, advierten que la vulnerabilidad infantil en el país es profunda y diversa. “No es lo mismo un niño de ciudad que uno en situación de calle o uno que vive en la Sierra”, subraya Zanabria, académica de la Unidad Xochimilco.

Según las investigadoras, el ideal de infancia —que incluye vivienda digna, alimentación saludable, educación de calidad y un entorno afectivo— dista mucho de la realidad que viven millones de menores en México. “La infancia está atravesada por la desigualdad, la indiferencia institucional y una crisis de valores comunitarios”, señala Sánchez Azuara, de la Unidad Iztapalapa.

Uno de los principales retos es la normalización de la violencia en todos los ámbitos: familiar, escolar, social y digital. Esta exposición constante, explica Zanabria, “compromete en forma profunda su futuro, afectando su autoestima, salud mental y su capacidad de establecer relaciones sanas”.

Las casas hogar, aunque necesarias en muchos casos, no son una solución definitiva. Zanabria, quien colabora con organizaciones como Aldeas Infantiles SOS, destaca la urgencia de fortalecer a las familias antes que institucionalizar a los menores. “La idea no es hacer más casas hogar, sino evitar que los niños terminen en ellas”, señala.

Además, la vida de los menores no termina al salir de estas instituciones. Muchos egresados, al cumplir 18 años, enfrentan de nuevo la marginación y el abandono. Su proyecto “Buscando sus huellas” busca dar seguimiento a estos jóvenes y acompañarlos en su transición hacia una vida independiente.

Desde el ámbito universitario, las especialistas proponen un enfoque integral, que incluya investigación aplicada, convenios con casas hogar y programas de formación estudiantil centrados en los derechos de la niñez. “No se trata solo de enseñarles a leer y escribir, sino de enseñarles a vivir en un mundo más justo”, dice Sánchez Azuara.

Ambas coinciden en un llamado urgente: dejar de hablar del futuro de las infancias como algo lejano y actuar en el presente. Porque si hoy se les niega una vida digna, mañana no puede esperarse un país distinto.