A partir del 7 de mayo, la historia de la Iglesia Católica dará un nuevo giro con el inicio del 76º Cónclave, un evento cargado de tradición y trascendencia, cuyo objetivo es la elección del 267º Sucesor de Pedro. El Cónclave, que se celebra en la mítica Capilla Sixtina, se abrirá al escrutinio histórico, pero se cerrará al ojo público, como es costumbre, para mantener el proceso de elección bajo un velo de secreto.

El proceso para elegir al nuevo Papa sigue el formato establecido por el Papa Gregorio X en 1274, en un contexto que ha cambiado significativamente desde las primeras elecciones papales. A lo largo de los siglos, el Cónclave ha pasado de ser un proceso comunitario y en muchos casos marcado por las influencias externas, a un sistema más riguroso donde los 126 cardenales electores son los únicos llamados a tomar la decisión.

La institución del Cónclave como la conocemos hoy en día tiene sus raíces en momentos difíciles de la historia, como el Cónclave de 1268, el más largo de todos, que terminó después de dos años y nueve meses de deliberación. Durante ese tiempo, los habitantes de Viterbo, cansados de la espera, decidieron encerrar a los cardenales en el Palacio Papal, un hecho que llevó a la promulgación de las reglas que hoy gobiernan la elección papal.

En la actualidad, el Cónclave reúne a 53 cardenales europeos, 37 de América, 23 de Asia, 18 de África y 4 de Oceanía. La legislación vigente para la elección del Papa está regida por la Constitución Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y modificada por Benedicto XVI en 2013. Esta normativa establece que para elegir al Papa se requiere una mayoría cualificada de dos tercios, y, en caso de no haber una elección después de 34 votaciones, los cardenales deben centrarse en los dos nombres que hayan recibido más votos en la última ronda, manteniendo siempre la regla de la mayoría de dos tercios.

Este Cónclave, que se llevará a cabo bajo la mirada atenta de los frescos de Miguel Ángel, marca el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia. La Capilla Sixtina, también conocida como la Via Pulchritudinis, se convierte así en el escenario donde no solo se elige al nuevo Obispo de Roma, sino también donde se reafirma la tradición y el misterio que envuelven al proceso de elección del Papa.

A medida que se acerca el inicio del Cónclave, los ojos del mundo están puestos en Roma, esperando conocer quién será el nuevo Pontífice que guiará a la Iglesia Católica en los próximos años. Sin embargo, como siempre en estos eventos, el secreto y la oración serán los protagonistas de esta histórica elección.