El estado crítico de salud del Papa Francisco, conocido también como Jorge Mario Bergoglio, ha revivido una serie de protocolos no oficiales en torno a los cuidados y procedimientos a seguir en caso de su fallecimiento. Estos protocolos, aunque no se encuentran escritos de manera formal, reflejan tradiciones históricas que se han mantenido dentro de la Santa Sede.

Uno de los aspectos más destacados de estos protocolos es que, a lo largo de la historia, los papas han fallecido en el Vaticano o en su residencia oficial, una costumbre que se ha arraigado con el tiempo. Un caso emblemático fue el del Papa Juan Pablo II, quien falleció el 2 de abril de 2005 a las 9:37 p.m. (hora de Roma), en la víspera del Domingo de la Misericordia, un día especialmente significativo debido a la celebración de esta fiesta instituida por él mismo. La causa de su muerte fue un choque séptico debido a complicaciones por la enfermedad de Parkinson. Al igual que su predecesor, se espera que el Papa Francisco pase sus últimos momentos en la Santa Sede, de acuerdo con los protocolos establecidos.

En los últimos días, la salud del Papa ha sido objeto de atención internacional, especialmente luego de que algunos análisis revelaran una insuficiencia renal leve, que está siendo cuidadosamente controlada. A pesar de su delicada condición, el Vaticano ha emitido un comunicado oficial donde se señala que su estado es estable. No obstante, diversos medios internacionales como The New York Times, Le Figaro y La Stampa han señalado que, en caso de un empeoramiento, el Papa sería trasladado al Vaticano, siguiendo el protocolo que indica que los pontífices deben fallecer en la residencia oficial de la Iglesia.

Una vez que el Papa Francisco fallezca, comenzarán a aplicarse los protocolos establecidos para el periodo posterior a su muerte. En primer lugar, la Iglesia entrará en un período de luto oficial de nueve días, conocido como Novemdiales, durante el cual se celebrarán misas y homenajes en honor al Papa. Posteriormente, se convocará un cónclave, en el que los cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir a un nuevo pontífice. El cónclave puede durar varios días hasta que se alcance un consenso, y la elección será anunciada con la tradicional fumata blanca, señal de que la Iglesia tiene un nuevo líder.

El Papa Francisco, en varias ocasiones, ha manifestado su deseo de simplificar ciertos ritos tradicionales, entre ellos el funeral papal. En una entrevista reciente, el Papa confesó que ha decidido simplificar las ceremonias fúnebres, asegurando que su funeral no será tan solemne como los de sus predecesores, en los que el cuerpo del Papa era expuesto en la Basílica de San Pedro por varios días. En su caso, ha solicitado ser enterrado en un ataúd de madera con zinc, eliminando la tradición de usar tres ataúdes: uno de ciprés, otro de plomo y uno final de roble.

Con el paso del tiempo, el Papa Francisco ha buscado acercarse más a una visión moderna y menos ceremoniosa del papado, lo que también se refleja en la simplificación de las prácticas funerarias dentro de la Iglesia. Sin embargo, los protocolos históricos siguen siendo fundamentales en el manejo de la transición papal y la continuación de la tradición en la Santa Sede.