En un giro que ha captado la atención de diversas localidades, la comunidad de Cantinela, en el municipio de Ixmiquilpan, Hidalgo, ha decidido prohibir de manera oficial la venta y compra de productos de las marcas Coca-Cola y cervezas Corona. Esta decisión busca enfrentar el aumento de enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad y sobrepeso, y se toma como una medida preventiva ante los efectos que dejó la pandemia del COVID-19.

La iniciativa no es inédita. En agosto de 2020, la comunidad de Villa Hidalgo Yalalag, en la Sierra Norte de Oaxaca, tomó una decisión similar. Allí, con el fin de frenar los altos índices de enfermedades relacionadas con la alimentación y prevenir mayores complicaciones de salud durante la pandemia, se prohibió la entrada de productos industrializados, incluyendo las bebidas azucaradas y alcoholicas, como parte de una estrategia para promover hábitos alimenticios más saludables.

María Isabel Aquino León, regidora de educación de Yalalag, destacó en su momento que esta medida se tomó luego de observar el impacto negativo de los productos industrializados en la salud de la población. “Tomamos la decisión de cerrar la comunidad y prohibir muchos productos industrializados”, expresó Aquino, quien también señaló que la apertura a estos productos, impulsados por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha desplazado los alimentos tradicionales de la región.

Por su parte, en Oaxaca, las autoridades estatales intentaron combatir este mismo problema a nivel legislativo con una reforma aprobada el 4 de septiembre de 2020, convirtiendo a la entidad en la primera en la República Mexicana en prohibir la venta directa de bebidas azucaradas y alimentos procesados a menores de edad. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el consumo de refrescos y alimentos chatarra sigue siendo elevado, lo que mantiene a la entidad entre las más afectadas por enfermedades como la diabetes y la hipertensión.

La prohibición de productos en Cantinela refleja una creciente preocupación por los efectos de la alimentación industrializada, un problema que, aunque abordado en varias partes de México, sigue siendo un desafío difícil de superar. Mientras algunas comunidades continúan con medidas restrictivas, a nivel nacional el debate sobre la regulación de estos productos sigue siendo una prioridad pendiente.