Hace unos días, el vecino gobierno del norte manifestó que en México existen graves actos de corrupción gubernamental. Y claro, los ejemplos saltan a la vista. En el caso Segalmex, presenciamos la vinculación de funcionarios de gobierno con mafias rusas, cárteles mexicanos y hasta con la narcoguerrilla colombiana. Y parece película, pero lo mismo ocurre con la organización criminal que opera el famoso Cártel del Despojo aquí en Oaxaca.
La detención del ahijado de Pepe Murat, el “Ratón Zárate” representa sólo un eslabón en toda esta cadena de corrupción. ¿Acaso podríamos esperar que más eslabones estén próximamente imputados a proceso? Puede ser, pero todo esto ya no implicaría procesar a un notario o un funcionario por el simple uso indebido de sus atribuciones, sino que aquí las acusaciones se vendrían más fuertes y tocarían intereses políticos bastante delicados. Todos sabemos que la operación del Cártel del Despojo proviene de una organización delictiva de grandes magnitudes… Por poner un ejemplo, ¿ustedes creen que Jorge Merlo caiga? , no es por desearle injusticias a los hermanos Conzatti, pero Merlo es un cercano operador de los Murat, es también un eslabón difícil de atrapar, que por cierto, dicen que ya está de pelada…
Si el nuevo pacto social que promete Salomón Jara toma el oriente de perseguir a todos los “eslabones”, sería un magnífico y profundo ejemplo de justicia social. Aquí, la desilusión cabría porque AMLO reconoció recientemente que “se entendió muy bien” con Alejandro Murat, quien no sólo fue un gran promotor del Cártel del Despojo, sino que también es seguramente el eslabón perdido…
En fin, existen distintas cadenas de corrupción, y el nuevo “pacto social” de Jara también tiene la oportunidad de tejer justicia sobre el desfalco a los servicios de salud pues al fin salió al cuento que Alma Lilia Velasco, ya destapó el enorme boquete financiero y demás marranadas del sector salud. ¿Quién sigue entonces? ¿Juan Carlos Márquez? …
Y finalmente, ¿qué pasó con los rumores de que Lazcano Vargas caería? dicen en los chismes de “Lavadero” que la Unidad de Inteligencia Financiera, de Pablo Gómez, está sobre varios exfuncionarios de SINFRA y sus satélites, por el mal uso de recursos federales. Pero en verdad es la fiscalía del Estado la que tiene que ponerse las pilas, porque la UIF dicen que nomás tiene fama de perder todos sus amparos y terminar descongelando las cuentas de sus investigados. La UIF ya no muerde con los mismos dientes que mordía Santiago Nieto.