Lo que en 1992 fue declarada como la zona de reserva ecológica más grande de la ciudad de Oaxaca ahora está al borde de la desaparición, ante el crecimiento desmedido de la mancha urbana, que ha devorado al menos 80 por ciento de aquella superficie.

Un decreto emitido hace 31 años por el gobierno estatal elevó a rango de área de preservación ―libre de cualquier obra de infraestructura― 2 mil 400 hectáreas de tierra situadas entre las agencias municipales de San Luis Beltrán, Donají, San Felipe del Agua, Guadalupe Victoria y Trinidad de Vigüera, una extensión que recorre de extremo a extremo el norte de la capital oaxaqueña.

Sin embargo, múltiples inconsistencias en la resolución gubernamental permitieron que autoridades agrarias vendieran predios a diestra y siniestra y que las autoridades municipales y estatales entregaran sin reparo licencias para construcción.

Hoy al menos 48 colonias populares de Oaxaca de Juárez yacen sobre lo que es un área natural protegida, sin contar que las zonas agrarias de las agencias municipales.

“Mire, el decreto, no tengo pruebas documentales, pero sí la herencia hablada de mis bisabuelos y abuelos, de que se implementó por la terquedad de un Gobernador, de abrir un supuesto Libramiento Norte que resolvería la cantidad de vehículos que atraviesan el centro de la ciudad de Oaxaca de Juárez, pero al realizar esa idea nunca se tomó en consideración a los núcleos agrarios que iban a ser afectados; se inició la apertura sin permiso de los grupos agrarios”, cuenta Marcos Reyes, ejidatario de la agencia Guadalupe Victoria y quien actualmente encabeza un movimiento de pequeños propietarios que piden la derogación del Decreto de Reserva Ecológica.
“Cuando las máquinas comenzaron a abrir, ya de inmediato los ejidatarios fueron a parar el proceso, y ahí empieza un primer diálogo forzoso…
“Como aún así los ejidatarios y comuneros de San Felipe del Agua se negaron, se ordenó entre ellos el cierre de ese libramiento, por eso hasta el día de hoy está cerrado y no lo vamos a permitir, la apertura, hasta que se nos resuelva la situación de lo del Decreto (de 1992l y de la indemnización de las tierras afectadas porque, desgraciadamente, nunca se firmó un contrato, nunca se firmó un trámite ante ninguna autoridad municipal o estatal y jamás se recibió una indemnización alguna por cualquier tipo de afectación”, agrega el hombre.
El trazo de lo que iba a ser aquella carretera marca el inicio y final de la reserva ecológica.