A pocos días de concluir la cuaresma, una de las temporadas más esperadas para la venta de pescados y mariscos, locatarios del mercado Benito Juárez enfrentan una disminución en sus ventas, a pesar de ofrecer productos frescos y de alta calidad provenientes directamente de las costas del estado.
La responsable del local “La Buena Pesca”, quien viaja hasta el puerto de Salina Cruz para traer pescado fresco, lamentó que las ventas sean bajas comparadas con los últimos años. Aunque destacó que los precios han tenido un ligero aumento, de apenas 10 a 15 pesos por kilogramo, los desafíos para lograr mayores ventas son diversos. Según la locataria, el ambulantaje y los vendedores de la Costa que vienen a la ciudad a ofrecer sus productos más baratos, pero sin las mismas garantías de conservación, afectan negativamente el flujo de clientes. Además, los supermercados, con su capacidad de comprar grandes volúmenes de mariscos y congelarlos por más tiempo, siguen siendo competencia fuerte debido a sus precios más accesibles.
“Lo que vendemos es fresco y lo congelado es de la semana”, señaló la locataria, resaltando la calidad de su producto, que se diferencia de los ofrecidos por otros vendedores. A pesar de las dificultades, mencionó que el aumento en los precios es mínimo, con mojarras disponibles desde 100 pesos el kilogramo y camarones a 200 pesos por kilo.
Por su parte, Concepción Ramírez, quien ofrece pescados y camarones secos, también ha notado una caída en sus ventas. Considera que uno de los factores que influye en la baja demanda es el cambio en las costumbres, pues las nuevas generaciones no siguen tan estrictamente las tradiciones católicas que dictan el consumo de pescado en lugar de carnes durante la cuaresma. En su local, los precios de los camarones secos rondan entre 200 y 280 pesos el kilogramo, mientras que los pescados como el bagre, las lisas y sierras se venden entre 120 y 200 pesos por kilo.
A pesar de estos retos, tanto los comerciantes del mercado Benito Juárez como los consumidores siguen reconociendo la importancia de preservar las tradiciones y el valor de los productos frescos y locales. Sin embargo, será necesario un esfuerzo colectivo para enfrentar la competencia y fomentar el consumo local en las últimas semanas de cuaresma.